viernes, diciembre 15, 2006

CARLOS Y “NOSOTROS”
(O “el Señor del convite”)

“Los individuos no pueden comunicarse entre sí sus experiencias y a falta de comunicación social no pueden establecer ni una consistencia cognitiva ni un acuerdo normativo. La realidad es definida por el poder; lo que es, lo es por la fuerza. No por la fuerza de la razón sino por la confrontación de distintas racionalidades.”

Norbet Lechner; a propósito de su tan ansiado “Nosotros”…

Tuve una vez ocasión de cenar con un señor muy conservador. Fue una invitación bastante inesperada; aquella tarde me había decidido a terminar algunas cosas personales ya impostergables, caía el sol en Santiago primaveral… el trafago era intenso como de costumbre pero esa atmósfera fresca de pasadas las siete p.m. hacía mas llevadero el calvario de vermouth. Me topé con un viejo conocido, un hombre de derechas con el que alguna vez intercambié opiniones, un hombre, afable pero no menos conservador.

- ¡Vamos comer algo! – me dijo luego de revisar, post saludo, ambos derroteros
- ¡Vamos a una picada! – le señalé en tono de complicidad
- ¡No compadre!, déjeme invitarle a unas buenas carnes – me dijo decidido.

Entre carnes y vino, comenté los alcances del proyecto del nuevo consultorio “Carlos Lorca” que se inaugurará en el Bosque. Le hablé de su concepto innovador en salud familiar, mencioné su estándar de vanguardia en salud primaria, pero principalmente recalqué el valor que contenía este en cuanto a participación de la comunidad local en el diseño del proyecto y su función.

- Se llamará “Dr. Carlos Lorca Tobar” en honor a Carlos… por su ejemplo, por su compromiso médico, social y político – acoté.

- ¡Ah bueno! tendrías que aclarar un poco más aquello – me interpeló con algo sarcasmo el señor del convite.

La charla subió, ineludiblemente, de tono. Fue inevitable discutir acerca de la condición de lo político ante y post dictadura. Llegamos al problema del desafecto a las instituciones, a la representación, al problema de las sombras que se ciernen sobre la actual Democracia consociativa, a los errores del pasado, a la emergencia casi triunfal de lo privado, más bien “privativo”, en desmedro de lo público. Llegamos a los ausentes de siempre, los irremediablemente pobres…el desde lo suyo… desde su infalible “tecno – miedo” y yo desde mi fe… o “cuasi credo”.

La conversación fue adquiriendo paulatinamente rasgos de querella.

- Mira, yo te voy a decir algo; Los pobres son en cuanto tal porque carecen, en última instancia esencial, de Voluntad – dijo categóricamente el señor del convite, al cabo que terminaba de beber un largo sorbo de vino y golpeaba con insistencia su dedo índice sobre la gruesa mesa… mi perplejidad se hizo evidente y mi molestia no tardó en aflorar.

Recojo ahora pues el emplazamiento… Carlos fue muchas cosas; un joven médico que vivió en poblaciones, un muchacho tolerante, un amante de la vida buena para todos, un profundo conocedor de la realidad en la hora más dramática que se halla vivido jamás en la historia de Chile.

¿Pero es Carlos acaso un mito personal e individual?, ¿Un icono solitario y nostálgico para el goce culposo sólo de algunos?, ¿Un fetiche republicano arcaico y deslucido?

El joven médico psiquiatra Carlos Lorca Tobar, detenido desaparecido por la dictadura militar, era ante todo un hombre con “Voluntad”. Su entera Voluntad, junto a la de otros, no es meritoria sólo por haber inaugurado, a costa de la vida, la posibilidad de resistir “heroicamente” desde la reorganización clandestina al régimen instaurado. Lo es por una razón mucho más humana y profunda, por una razón compartida por muchos, por una razón de mayorías, por una razón de todos; Su Voluntad determinante es la genuina voluntad democrática, el sentido y la noción de lo colectivo, lo gregario en la búsqueda incesante del orden justo y deseado.

A pesar de la brutalidad y la “sin razón” excluyente, los desfavorecidos han restituido (y restituirán por siempre) lo político democrático y la necesidad de imaginar una comunidad solidaria, de transformar el deseo de lo justo en praxis, de apropiarse materialmente de la contingencia y el presente adverso y de reinvidicar instituciones antagónicas al (des) orden oligárquico.

La Voluntad de Carlos es ampliamente simbólica, no es una voluntad individual ni exclusiva, no es patricia ni paternal, como pudieran leer los conservadores, es correspondiente a una “voluntad colectiva”, a una identidad popular, a una necesaria razón social emergente desde los postergados, a una voluntad auto regenerada mediante la memoria en el devenir, a la voluntad del “nosotros”.

Hoy los pobres tienen más voluntad que nunca. Buscan formas de democracia y participación social y política que interpelen a las instituciones decadentes del neoliberalismo conservador.

Con modestia y en retribución a la comunidad empoderada que ha mandatado a su gobierno local (a pesar de todas sus falencias) digo, que cada ladrillo de ese proyecto participativo de consultorio en el Bosque, es la restitución del cuerpo perdido de Carlos. Su cuerpo es un árbol de vida y comunión de “nosotros”.